Jul 25, 2014

Borgman

El preámbulo de una historia, ese preceptivo entrante con el que toda narración debe anunciar lo que a continuación podremos degustar como plato fuerte, supone un referente clave, un puntal estratégico donde asentar unos cimientos que supondrán la base con la que podremos dirimir a primera instancia como va a desarrollarse una determinada trama. Alex van Warmerdam nos abre el telón de Borgman, insuflándonos esa dosis casi imperativa de expectación  con la que las glándulas salivares se activan de inmediato presintiendo un apetitoso manjar. Y es que el director holandés hace patente en las primeras escenas su intención de dejarnos bien clara la condición, la pasta de la que están hechos Camiel Borgman y sus secuaces, mostrándonos a un sacerdote que aguerrido empuña un rifle con el que intenta acabar con este malévolo clan.

A través de esta introducción premonitoria de lo que acontecerá más tarde, nos deslizamos hacia un universo oscuro en el que el mal se filtra sinuosamente en las vidas de una familia cualquiera, poniendo de manifiesto la fragilidad de un ser humano vulnerable siempre a negativas influencias, que acaban por abrir una brecha en sí mismos, y esta a su vez hará mella en el resto de la familia, poniendo patas arriba la hasta ahora armoniosa convivencia.
Sin estridentes fotogramas de sangrientos golpes de efecto, cadenciosamente y sin necesidad de recurrir a otras técnicas con garantía de éxito en esto de impresionar al respetable, la cinta cumple con creces su misión de hacernos morder desde primera hora un anzuelo que no soltaremos hasta el final de la misma. Este es un mérito no atribuible a otros muchos estrenos que pecan de no establecer los puentes adecuados para salvar esas lagunas somníferas nada recomendables.

Thriller psicológico, siniestra angostura por la que se pierde el ser humano a través de absurdas visiones engastadas en un plano onírico que aturde y confunde a mentes y almas, donde las víctimas en esta ocasión pertenecen a una familia acomodada. Quizá sea esta otra insinuación más con la que el director da pie a elucubraciones acerca de expiar los pecados de una parte de la sociedad obcecada en los placeres de la abundancia, ésta que a diario envenena su entorno con siniestros propósitos, tal y como lo hacen en el film unos indeseables individuos.
Brillante la actuación de Jan Bijvoet (Camiel Borgman), sólido y constante en la edificación de ese siniestro personaje que sin despeinarse logra convencernos del poder de sus artimañas, las cuales absorben la mente de Marina, interpretada magistralmente por Hadewych Minis. El propio Van Warmerdam no se contenta con quedarse detrás de las cámaras y discretamente se mete en la piel de Ludwig, uno de los esbirros de Borgman.    

Carlos Pérez


 “Borgman”

 

The preamble of a story, that mandatory starter with which all narrative must announce what we will later taste as a main meal is a key referent, a strategic plank where settle on a foundation which will be the basis with which we will firstly be able to settle how is going to be developed a certain plot. Alex van Warmerdam opens the curtain of "Borgman", blowing us that almost mandatory dose of hype which activates almost immediately the salivary glands sensing an appealing delicacy. This Dutch director clearly shows in the first scenes his intention to make us clear the nature of Camiel Borgman and his henchmen, showing a brave priest that grips a riffle with which he tries to put an end to this malevolent clan.

Through this premonitory intro of what will happen later, we slip into a dark universe where evil deviously seeps into the lives of any family, emphasizing the fragility of a human being always vulnerable to negative influences, that end up opening a gap in themselves, and this in turn will make a dent in the rest of the family putting upside down the hitherto harmonious coexistence.

Without loud frames of bloody dramatic effects, slowly and without needing to recourse to other techniques with guarantee of success in impressing the audience, the film meets and exceeds its mission from the very beginning to make us bite a hook that we won´t release until the end of the film. This is a merit that can´t be attributable to other many premieres that err in not establishing adequate bridges to save those not recommendable somniferous gaps.

Psychological thriller, spooky angostura by which human beings get lost through absurd visions set in a dreamlike shot that stuns and confuses minds and souls, where the victims this time belong to one wealthy family. This might be one more insinuation which the director gives rise to reflections about expiating the sins of a part of the society obsessed with wealth pleasures, the one that daily poisons its surroundings with sinister purposes, as they do in the film some undesirable individuals.

Brilliant performance by Jan Bijvoet (Camiel Borgman), solid and constant in the building of that sinister character that easily manages to convince us of the power of his tricks, which absorbs the mind of Marina, played masterfully by Hadewych Minis. The own Van Warmerdam is not content to stay behind the scenes and he quietly gets on the skin of Ludwig, one of the henchmen of Borgman.


Carlos Pérez
Review: Pilar Colomo

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